La jeringa es un instrumento usado para suministrar medicamentos o succionar fluidos en un paciente. Está formada por un émbolo insertado en un tubo que tiene una pequeña apertura en uno de sus extremos por donde se expulsa el contenido de dicho tubo. Normalmente, se complementan con una aguja que hace la función de perforar la superficie, ya sea piel o un vial. Pero, ¿sabemos para qué se usan? ¿Qué tipos existen? ¿En qué ámbitos sanitarios se utilizan? A estas y más preguntas vamos a tratar de dar contestación en el próximo artículo. Comenzamos.

Primero, debemos hacer una distinción para poder clasificarlas correctamente según el material del que estén hechas. Las jeringas pueden ser de vidrio o de plástico. Las primeras son mucho más costosas pero son antialérgicas y mucho más higiénicas que las segundas. Están en desuso debido al alto coste de producción y esterilización. Las de plástico son las más comunes y versátiles, siendo su característica principal la de ser estériles y desechables.

Tras esta distinción, y considerando las jeringas desechables como las más importantes del mercado, podemos entender que según su uso estaríamos ante aquellas que sirven para extraer líquidos o fluidos, como por ejemplo sangre; inyectar, como vacunas; o irrigar, por ejemplo suero en heridas. Siguiendo estas características podemos hacer el siguiente esquema:

  • Extracción. Suelen ser de tamaño medio, entre los 2 ml. y los 50 ml y su función más común es la de servir de canal de extracción de fluidos o cuerpos más grandes, por ejemplo en biopsias. Es la más usada en medicina puesto que es versátil en su funcionamiento y permite ser retirada una vez finalizado el tratamiento. La presentación puede ser en 2 cuerpos o en 3 cuerpos, si el émbolo lleva una goma de seguridad que asegura la estanqueidad. También existen diferencias en el cono o boquilla en la que acaba la jeringa. Aquí podríamos distinguir cono Luer, concéntrico y excéntrico, según sea la posición de la punta. Esto obedece a que hay especialidades sanitarias que precisan de conexiones de distinta índole en las jeringas, como la conexión Luer en la que podemos acoplar un catéter para alimentación.
  • Inyección. Suelen ser de tamaño pequeño, entre 1/2 ml a 3 ml, ya que a la hora de administrar un fluido la dosis suele ser más reducida. Es más precisa y sin duda, necesita del acople de una aguja (hay incluso jeringas con la aguja conectada ya) y la mayoría se usan de 3 cuerpos por temas de seguridad y aplicación total de la dosis. Según la aplicación podríamos encontrar las intramusculares, intraarteriales o subcutáneas, dependiendo de la profundidad de la inyección. En algunas especialidades médicas, que requieren de una conexión segura entre la jeringa y la aguja, se ofrece una tipología en el cono de seguridad como la Luer Lock, un sistema que permite enroscar la aguja de forma que se sujete para un uso repetitivo sin riesgo de separación, por ejemplo, en terapias estéticas. Hay dos distinciones en este tipo de jeringas:
  1. De insulina, cuya graduación se realiza en unidades internacionales (10, 20, 30, 40... hasta 100 unidades)
  2. De tuberculina, que utiliza la escala centesimal (0,1, 0,2, 0,3, 0,4 etc.)
  • Irrigación. Suelen ser de mayor tamaño por la necesidad de una mayor cantidad de líquido para dosificar, las hay hasta de 120 ml, como las de alimentación, pensadas y diseñadas para la administración de alimentos a personas que han perdido la facultad de masticar o de tragar alimentos comunes. El uso más generalizado está en el sector dental ya que son muy útiles para despejar la zona de trabajo, pero también en cirugía son muy utilizadas.

Por último, nos gustaría incidir en que la mayoría de los profesionales del sector sanitario, médicos, enfermeras/os y demás, confían en los distribuidores porque conocemos las necesidades y los artículos más adecuados para cada especialidad, y en estos tiempos tan convulsos que vivimos, en donde el intrusismo es más evidente cada día, queremos que sigan confiando en nuestro trabajo y experiencia, que será lo que engrandecerá la medicina del siglo XXI.

David Ortega Valiente es colegiado del ICAM y abogado ejerciente. Asesora a empresas en materia laboral, mercantil y fiscal.